Fue creada por el rey Alfonso X El Sabio a finales del siglo XVI. La de Sevilla fue una de las siete fábricas de Castilla autorizadas por los Reyes Católicos a continuar con su labor tras 1497.
La nueva Casa de la Moneda se construyó entre la Torre del Oro y la Torre de la Plata, próxima a la entrada de la ciudad, ubicación que le permitía supervisar toda la mercancía que llegaba desde América.
La nueva fábrica quedaba a menos de 200 metros de donde estaba la antigua. También entre los muelles y la Casa de la Contratación, que era el recorrido de los mercaderes de plata y oro.

Es decir, la Real Casa de la Moneda era el centro neurálgico donde se fundía el oro y la plata que después era convertido en marcos y doblones para el sostenimiento de la economía europea.
En 1868, la Casa de la Moneda perdió su función de fábrica y fue vendida a varios particulares, los cuales la convirtieron en viviendas de alquiler.
Las reformas internas y externas del siglo XVI cambiaron radicalmente su estructura y fisonomía. Especialmente la del siglo XVIII en la que se le añadió la portada que conforma el acceso principal, obra de Sebastián Van der Borcht, así como otras reformas de carácter estructural debidas al terremoto de Lisboa de 1755.

Poco después, sus obras quedaron paralizadas ya que casi todo el presupuesto se había destinado al diseño de la portada. Sus instalaciones poco a poco se fueron abandonando, llegándose a encontrar en estado ruinoso hasta que a finales del siglo XX fue restaurada.

Hace unos años, la empresa Nauticalia la compró y acaba de finalizar su ansiada reforma, tras más de diez años de paralización tras una denuncia por delito contra el patrimonio histórico. El edificio que está catalogado como bien de interés cultural ha recuperado su policromía original en albero y blanco y acogerá una decena de viviendas, un local comercial y la reapertura del clásico bar la Moneda.
