Debe su nombre a que en la misma entorno se encontró situado el Convento franciscano de San Diego, derribado a finales del siglo XVIII. Fue diseñada como portada principal de la Exposición Iberoamericana de 1929.

Los ocho grandes pilares de ladrillo que la rodean, a izquiera y derecha, marcaban las entradas al recinto de la exposición Iberoamericana; Las puertas de Portugal, Isabel la Católica, del Casino y de María Luisa, que originalmente tenían rejas para ser cerradas. El conjunto escultórico es de estilo neobarroco.
La portada o Fuente de San Diego es un triple arco triunfal, obra de Vicente Traver. En el vano central se encuentra una imagen simbólica de Hispania, obra de Manuel Delgado Brackembury, que porta un escudo y junto a ella hay un león que apoya una de sus patas en la bola del mundo.

A los lados están las alegorías del cielo y la tierra de Sevilla, o lo que es lo mismo, la riqueza espiritual y la riqueza material de la ciudad, obras de Enrique Pérez Comendador, que aparecen representadas con alimentos y con una imagen religiosa.


El arco central está sostenido por columnas de mármol rosa, que a su vez apoyan en una base o pedestal bajo la que se se encuentra la fuente. El monumento, que fue restaurado en 2015, fue construido entre 1927 y 1928 tras la renuncia de Aníbal González que había presentado varios proyectos.